Por Vanessa Cantillo Mosquera
En un viejo Renault 4 recorremos el país. No es un paseo ni tampoco un documental divertido, es “Retratos en un mar de mentiras” la ópera prima de Carlos Gaviria, una conmovedora historia grabada como Road Movie, que narra el regreso de Marina (Paola Baldión) y Jairo (Julián Román) a las tierras del abuelo, donde un día salieron huyendo de la violencia.
Ésta película me hace recordar lo que en muchas ocasiones he escuchado: expresiones de desprecio, desaliento o aburrimiento sobre las producciones nacionales, especialmente por las que cuentan cotidianidades colombianas, entre las cuales se sitúan las que tienen que ver con la violencia y sus derivados.
“Retratos en un mar de mentiras” no sólo cuenta una historia del día a día colombiano, de esas cosas que muchos no quieren ver sino que también narra el viaje físico y mental de Marina a lo que le ha pasado y sigue pasando al país.
Como su mismo nombre anuncia, ésta película retrata una realidad que es quizás inevitable. Marina y Jairo personifican el drama de más de 4 millones de desplazados que existen en Colombia a causa de los grupos al margen de la ley. Lo podemos ver todo a través de sus ojos. Y si tuviéramos que resumir de qué se trata todo ahí estaría la respuesta. A ella el miedo le domina la mirada y la vida, así como a muchos en este país, perdón, en este mar de mentiras. Jairo por su parte es el valiente, avispado, echao’ pa’lante y rebuscador de la familia, quien se gana la vida como fotógrafo. Es elocuente y expresivo, contrario a Marina, quien es amnésica y muda.
Después de salir de la sala de cine, comprendemos el silencio de Marina y lo compartimos, pero una vez más ahí está el señor que dice “Siempre es lo mismo” ¿Acaso no hay otra cosa que mostrar?… e indiscutiblemente después de ver esta cinta y oír la pregunta no podemos hacer otra cosa que pensar.
Pensar que hay quienes no quieren ver en pantalla grande las historias que suceden en el país, sea la que sea, narcotráfico, prepagos, paramilitares o vandalismo. Pensar que es cierto que la gente está aburrida por no decir que hastiada con el panorama nacional y no es para menos, con las mil y una noticias que todos los días cubren nuestros medios de comunicación: secuestros, matanzas, capturas, bombardeos, accidentes, violaciones, en fin, un sin número de hechos que hacen parte de este país en guerra constante. Pensar que a muchos les gusta ignorar la verdad, a otros tantos les duele aceptarla y otros son felices creyendo los paquitos que unos cuantos han inventado.
Es una fuerte película que logra revelar sin miramientos la guerra civil que el país lleva a cuestas hace más de 60 años, con la cual hemos tenido que aprender a vivir y sobrevivir. Pero además es una lograda crítica, de las que considero necesitamos aunque sea para expresar una queja o un halago porque verdaderamente nos llega, al coco o al corazón. Nos tambalea aunque estemos sentados, recordándonos donde es que estamos.